La leyenda cuenta que fue
Sebastián de Benalcázar quien, luego de fundar San Francisco de Quito en la
misma ciudad ya edificada por los Incas, llegó a los territorios costeros para
fundar la ciudad de Santiago en la costa. Esto fue muy difícil para el español
ya que los Huancavilcas, pueblo que dominaba esta región, destruían los
asentamientos europeos, liderados por el bravo cacique Guayas.
Este dirigente de los Huancavilcas estaba casado con una bella
mujer llamada Quil, quien además de ser hermosa, también se la conocía por su
gran espíritu guerrero y su fuerte personalidad. Ambos se negaron a rendirse
ante los conquistadores españoles. Sin embargo, lamentablemente después de
cierto tiempo las fuerzas españolas tomaron prisioneros a ambos.
Guayas ofreció entregarles, a cambio de la libertad de ambos,
grandes tesoros que solo él conocía donde estaban ocultos.
Los ibéricos aceptaron gustosos la propuesta y todos se
dirigieron a la cima de un cerro, que se llamaría después Cerrito Verde y
actualmente conocido como Santa Ana.
Cuando llegaron al lugar donde se suponía estaba lleno de
riquezas, Guayas pidió un puñal para levantar la piedra que cubría el tesoro,
pero lo que hizo fue atravesar rápidamente el corazón de su amada Quil, y luego
él se clavó el arma en su propio pecho.
Según la leyenda, fue Francisco de Orellana, quien en el día del
Apóstol Santiago el mayor, y en memoria del heroico cacique Guayas y su
idolatrada esposa Quil, fundó la ciudad bajo el nombre de Muy Noble y Muy Leal
Ciudad de Santiago de Guayaquil.